Queridos amigos de mi comunidad de amantes de la Naturaleza:
Pues sí que puede. Tal vez no pueda construirlo fisicamente con sus propias manos pero sí puede financiarlo. Y lo ha hecho. En un reciente programa de televisión en los EEUU se mostraba cómo se han invertido en Ruanda los beneficios generados por el turismo de observación de gorilas de montaña. Con el dinero generado por la existencia de los gorilas, se han financiado hospitales, escuelas y mercados para la población local. La Fundación Diane Fossey empezó a implicar a la población local en la protección del gorila de montaña mediante la contratación de los antiguos cazadores furtivos como “Rangers” que ahora los protegen.
Aquí está la clave. Un espacio natural protegido, por sus valores faunísticos, botánicos o paisajisticos puede ser un motor económico para la población local de un territorio dado. Y cuando esa población se beneficia tangiblemente de la existencia de ese espacio protegido, entonces no hay mejores defensores del mismo que dicha población.
Por el contrario, si un espacio se protege contra los intereses de la población local, entonces será imposible dicha protección porque será boicoteado y agredido hasta vaciarlo de contenido. Lo estamos viendo en el Parque Nacional de los Picos de Europa, devastado por la ganadería y el furtivismo, o el Parque Nacional de Guadarrama, devastado por el turismo depredador del esquí.
Otro ejemplo que nos ofrece el continente africano es la organización privada denominada African Parks. Se trata de una empresa de gestión de Parques Nacionales. Lo que hace esta gente es obtener de los Gobiernos la concesión para gestionar un espacio protegido en concreto.
Mediante donaciones de fondos del sector privado (en teoría se trata de una ONG) realizan una gestión profesionalizada de dicho Parque Nacional, contratan al personal trabajador en la región donde se encuentra el espacio protegido, y mediante ese dinero privado que recaudan y otras técnicas de marketing para obtener beneficios del Parque, invierten en mejoras tangibles para la población local, fundamentalmente escuelas para los niños.
De esta manera, logran reducir el furtivismo de la zona, y consiguen el aumento de población de especies amenazadas como elefantes o rinocerontes, que a su vez atraerán más turistas adinerados de Europa y Norteamérica que dejarán miles de dólares, de libras esterlinas y de euros para seguir financiando esta forma de entender la protección.
En España aún estamos a años luz de esta forma de proceder. La única forma de obtener “beneficio” de la fauna local es matándola. Y este beneficio sólo llega a los gestores de fincas cinegéticas. La población local ni obtiene trabajo ni infraestructuras ni servicios procedentes de la caza. Y no solo la caza. Muchos espacios naturales protegidos españoles están enclavados en la llamada “España vaciada”. El lobo, el oso o el quebrantahuesos, hoy, no le sirven de nada a esos pueblos que pierden población y pierden servicios hasta que se les obliga a abandonar los pueblos.
¿Podemos permitirnos no considerar el enorme patrimonio natural que tenemos como un motor económico que redunde a la población local vecina de nuestros espacios protegidos?
Algunos proyectos nos marcan el camino, como la iniciativa liderada por el Corredor Biológico Mundial, una organización conservacionista española de carácter privado de la que tengo el honor de formar parte, en el municipio palentino de San Cebrián de Mudá. En dicho municipio esta organización co-gestiona la Reserva del Bisonte Europeo, que ha atraído a muchos visitantes para aprender sobre el mayor mamífero europeo, y dejar su dinero. Con estos beneficios se pudo instalar un observatorio astronómico y ahora se está diseñando un nuevo proyecto: acondicionar una mina abandonada, testigo de la antigua minería de carbón que daba de comer al pueblo para instalar un Banco de Semillas.
Todos conocemos el famoso Banco de Semillas que la ONU gestiona en Svalbard, en el Ártico noruego, pero se trata únicamente de semillas agrícolas mientras que el que se planea en Palencia es un Banco de Biodiversidad, con semillas de todo tipo. Se crearán en la mina espacios expositivos y educativos, y también programas de investigación sobre cómo adaptar estas semillas al calentamiento global y para gestionar programas de reforestación. San Cebrián de Mudá se está transformando en un polo biotecnológico y medioambiental ante nuestras mismas narices, con generación de puestos de trabajo cualificados que podrán fijar y atraer población alpueblo. Ése es el camino. Hay que insistir en él mas seguramente el amable lector me hará dos objeciones a esta visión conservacionista y económica.
La primera objeción es: ¿Qué sucede cuando los intereses conservacionistas son radicalmente incompatibles con los intereses de la población local?
En tal caso las Administraciones tienen que tener claro las prioridades. Si la prioridad es la conservación, entonces es más necesario que nunca que la población local pueda beneficiarse de ingresos económicos generados por ese espacio protegido y les compense así abandonar sus actividades incompatibles con él. Un ejemplo claro está en los Picos de Europa, donde la conservación de su fauna silvestre, especialmente el lobo, es incompatible con la ganadería de la zona hasta tal punto que el Parque, como tal, no existe. Si la conservación es la prioridad, entonces debe obligarse a los ganaderos a abandonar su actividad pero, a cambio, se debe diseñar el Parque Nacional y su política de conservación de tal forma que genere nuevas actividades y nuevos ingresos para esos ganaderos que tendrían que abandonar su ganadería.
¿Se entiende la idea?
La segunda objeción es: “Muy bien señor Crónicas de Fauna, todo eso está muy bien pero la población local ya se beneficia de los impuestos que se cobran a las actividades económicas que actúan en un espacio protegido”
Es decir, las empresas que hacen turismo de observación de fauna pagan impuestos. Y también sus trabajadores y sus autónomos. Estos impuestos alimentan los Presupuestos Generales del Estado, los Presupuestos Autonómicos y los Presupuestos Locales. Sí pero no. En un Estado democrático y de derecho existe, o debe existir, una política redistributiva. Son las Administraciones las que deciden dónde debe gastarse una partida presupuestaria. Puede pasar que los impuestos que paga una empresa de avistamiento de osos en Somiedo se gasten en construir una escuela en Jaén. ¿Se entiende por dónde voy?.
Mucho me temo que hay que empezar a considerar la posibilidad de que los beneficios monetarios que la fauna silvestre proporcionen se inviertan exclusivamente en la zona donde esos beneficios se producen. ¿Por qué? Pues porque las personas que, en mi ejemplo, se benefician de la escuela en Jaén ni saben ni tienen por qué saber de dónde salieron los dineros que financiaron esa escuela. Pero si los beneficios que genera la observación del oso en Somiedo se invierten en Somiedo, y se contratan trabajadores de Somiedo, entonces os aseguro que el furtivismo de osos en Somiedo no sólo desaparecerá, sino que le cortarán la cabeza a todo aquél que venga de fuera a matar osos a Somiedo.
Hace años se hablaba de la “Excepción Cultural”. Pues ya va siendo hora de hablar de la “Excepción Ambiental”.
Ahora, paso a informaros sobre los contenidos divulgativos que he subido esta semana para los suscriptores de mi comunidad divulgativa en Patreon:
Recuerdos de Celtiberia: la raza avileña negra ibérica
La foca leopardo: la “jefa” del Antártico
Hilo extendido: los beneficios de tener lobos
La trashumancia: herencia del pasado, propuesta de futuro
¡Un abrazo!
Eugenio
Qué sorpresa leer tu mención al proyecto de la Dian Fossey Gorilla Fund en Ruanda, Eugenio. Tuve la suerte de visitarlo hace unos años y creo que todo el proceso —desde la idea hasta la construcción y evaluación del campus— es un buen ejemplo de cómo trabajar con la comunidad local. Me has inspirado a dedicarle un post algún día.
Un placer leerte, como siempre.